27 agosto 1855:
Fundación de hecho
Mª Antonia París, profesó en manos de Claret. Ella narra así
este acontecimiento:
“Empezando por el día de mi profesión (27 agosto de
1855) digo a Vuestra Señoría Ilustrísima (4) [Caixal] que al ponerme Su
Excelencia Ilustrísima (2) [Claret] la corona sentí un peso tan extraordinario
en la cabeza que me la hacía inclinar y naturalmente pesaba muy poco la corona
por ser de flores muy finas. Admirándome yo mucho de aquel grande peso me dijo
Nuestro Señor «Éste es hija mía, el peso que carga sobre ti de la Reformación
de mi Iglesia; y me llamó Su Divina Majestad tres veces «esposa mía» con grandísimo cariño dándome a
entender que me amaba mucho el Eterno Padre, y el Hijo y el Espíritu Santo: Y
me dijo Nuestro Señor «Hija mía: de aquí en adelante quiero estar sentado en
medio de tu corazón como en mi propio trono»: Y me pagó con tanta gracia el
haber esperado por tantos años este sagrado desposorio que quiso Su Majestad
celebrarlo por ocho días seguidos conservando las especies sacramentales de una
comunión a otra, gracia que me tenía el alma como fuera de mí y parecía que
tenía su asiento o morada en el centro del Corazón Sagrado de mi Dios y Señor.
Digo «en el centro del Corazón de mi Dios», porque no me parecía que estaba
Dios en mi corazón sino que vi cómo toda yo en cuerpo y alma estaba metida
dentro del Sagrado Corazón de mi Dios y Señor”. (R. a C.,
9)
La
narración de este acontecimiento en la Relación a Caixal contiene datos muy valiosos
que no hubiéramos podido ni sospechar al leer sólo la Autobiografía.
Texto corto, pero profundo. Como en todas las experiencias
del Espíritu estamos ante una realidad compleja. Sin embargo, ésta es más
lineal y más fácil de interpretar que la Experiencia Inicial.
Su estructura es muy sencilla y aparece muy ordenada, lo que facilita su
lectura. Tiene un desarrollo en cuatro partes:
1.
Indicaciones de tiempo y lugar: 27 agosto
de 1855 en Santiago de Cuba
2.
Narración de la experiencia
3.
Explicación de la experiencia
4.
Gracia que recibe de Dios por su fidelidad
en la espera
Encontramos
en el texto una presencia particular de la Humanidad de Cristo, Experiencia Trinitaria,
mutua entrega de amor. Cristo la llama esposa
mía y expresa su voluntad de estar en
medio de ella en su corazón como en su trono. Y, como consecuencia, ella se
encuentra inmersa en Dios. Hay una donación efectiva de la gracia Eucarística,
entendida y expresada por la M. Fundadora como conservación de las especies sacramentales, que es el signo más
eficaz de la presencia de Cristo en la Eucaristía. Como
esposa, Cristo le confía los intereses de su Iglesia, el peso de la Reforma
de la Iglesia. Es , en definitiva, su Misión, que irá realizando a lo largo de su vida.