jueves, 14 de marzo de 2013

FRANCISCO I


El Espíritu Santo nos sorprende siempre. En estos últimos tiempos vamos de sorpresa en sorpresa. Benedicto XVI nos asombra con su renuncia, una renuncia pensada, meditada, realizada desde la libertad y la humildad de quien se sabe débil pero con la fortaleza del Espíritu:

¡Gracias Benedicto XVI por tu testimonio realista, humilde y libre!

Fumata blanca y no se hizo esperar mucho: ¡HABEMUS PAPAM!.
Luego sí, tuvimos que esperar, hasta que se abrió el balcón y vino la admiración... Hasta que no se pronunció su nombre, nos mantuvimos expectantes:

¡Jorge Mario Bergoglio!, Francisco I...!


Es argentino, el primer Papa latinoamericano y Jesuita... Y se asomó al balcón. Un buen rato en silencio, parecía que estaba en otra parte hasta que de una forma sencilla y cercana comenzó: “parece que los cardenales han ido a buscar el Obispo de Roma al final del mundo pero ya estamos aquí” y vino la oración primero por su predecesor, después por él con sencillez el Padre Nuestro y el Ave María... y después dirigiéndose a toda la multitud que llenaba la plaza de S. Pedro y los que lo seguimos por la TV, la bendición y unas palabras en las que nos invitó a iniciar:

 “Un camino de fraternidad, amor y confianza mutua...”