“¿No estaba
ardiendo nuestro corazón dentro de nosotros cuando nos hablaba en el camino y
nos explicaba las Escrituras?
Y, levantándose al
momento, se volvieron a Jerusalén y encontraron reunidos a los Once y a los que
estaban con ellos, que decían:
¡Es
verdad! ¡El Señor ha resucitado y se ha aparecido a Simón!
Ellos, por su parte, contaron lo que había pasado en el
camino y cómo le habían conocido en la fracción del pan” (Lc 24,32-35)
¡Emaús! ¿No será también alguna vez
nuestra aldea particular, nuestra aldea personal...? Cuando las ilusiones caen,
cuando la flojedad y la rutina se instalan en nuestras vidas, es el tiempo en
que caminamos hacia ¡Emaús! ¿Quién de nosotros, personalmente, no ha tenido sus
momentos de decepción, de desesperanza, de zozobra, cuando la fe se borra en el
horizonte de nuestras vidas? “¡Nosotros esperábamos!” dicen estos dos
peregrinos que caminaban hacia Emaús la mañana misma de la Resurrección,
precisamente en el momento en que todo tenía que estallar de júbilo, de alegría
de ilusión y de esperanza... ¡Nosotros esperábamos...! es un pasado, no un
presente.Pero
hay un día en nuestra vida, ¡lo tiene que haber! que el caminante se nos hace
presente a través de múltiples formas... y nos hemos dicho ¿No ardía nuestro
corazón...? Es el encuentro con el Resucitado el que puede cambiar nuestro
corazón y puede transformar nuestras vidas.
¡FELIZ PASCUA DE RESURRECCIÓN!